jueves, 5 de marzo de 2009

Uno está que quiere salirse y el otro está que quiere entrar


Era el matrimonio de mi gran amigo Rafael y estaba muy comprometido a acudir, además fui yo el que organizó un evento que difícilmente llegará a olvidar como su despedida de soltero. Esa noche, tuvo un regalo por todos los años acumulados de ser el hermano que escogí en la calle.
El día de su boda estaba con sus padres en la iglesia, hasta que escuchamos la marcha nupcial que anunciaba la llegada de su futura esposa, en ese momento fui donde estaba toda la promo. Mientras hacía su aparición Amanda, caminando lentamente de la mano de su padre con dirección al altar, me acordé del mito urbano que siempre pasa por nuestros oídos como silbato para perro... el clásico -¿por qué me casé?-
A la primera persona que le escuché tal aforismo, fue al tío Juan Alvarado.
Era un viernes de quincena y nos fuimos a chupar saliendo del trabajo, él me contaba que su vecino iba a tirar la casa por la ventana al día siguiente; se casaba, y eso es algo que sólo se celebra una vez en la vida, y mientras pedía tres chelas bien heladas al mozo, me dijo:
-Uno está que quiere salirse y el otro quiere entrar ¡pobre huevón!-
-siempre dicen eso, tío-
El tío Alvarado tenía cerca de 30 años de servicio y una familia bien establecida, con dos hijos realizados y una esposa “buena gente” que cocinaba muy rico. Tendría sus motivos pero después, todos los casados que fuí conociendo apoyaban ese dogma. Supongo que sería, como cuando alguien quiere algo, lo consigues -¡y ya!- lo gozaste, lo viviste, lo gastaste y etc.
-¿no lo sé?-
Rafael aceptaba y colocaba el anillo a su flamante esposa hasta que la muerte los separe, el resto de la ceremonia es lo que todos conocemos. Ya en la recepción “el tono” fue tomando cuerpo.
Sentado con todos los amigos, acordándonos de nuestros días en clase y cotejándolo con lo que hacemos actualmente, empezamos a contabilizar quienes ya pasaron a la lista de señores o señoras y como siempre preguntando por gente que no vemos hace años, de pronto Patricia, una amiga que preguntó por Samanta, la que fue mi Samanta -¿que saben de ella?- pregunté.
Va demorar pero que de todas maneras venía -dijeron- destapé la botella de whisky y me serví un trago, luego llegaron los novios, brindamos con ellos y empezó la fiesta. Me puse a bailar con Verónica, la última soltera del grupo.
Las horas se gastaban en conversación, comida, tragos y bailes. Hasta que regresé del baño y mientras todos estaban bailando, había una chica que recién había llegado a la mesa -Samanta- sí, y estaba muy bonita y llevaba un vestido negro entallado que la hacía más atractiva, parecía que estaba buscando con la mirada a nuestros amigos.
Me acerqué a saludarla -¡hola!- le dije, nos pusimos a conversar desde el momento en que nos vimos por última vez -el último ciclo de la universidad- a la par de nuestra conversación, se me vino a la mente el aforismo del tío Juan Alvarado, derrumbando toda mi atención. Como datos claves, ella me contó que se había comprado su depa y estaba a punto de cambiarse a una nueva chamba. Luego aterrizaron todos mis amigos a la mesa -rompiendo la conexión- todos nos juntamos y me perdí entre bailes y copas. Horas después nuestra mesa fue perdiendo integrantes, al punto de quedar dos parejas, mas Samanta y yo.
Yo había venido sin carro y me regresaba con Tito y su flaca, luego Tito miró a su flaca y le dijo -nos vamos ya- a lo que la flaca solo asintió su cabeza, la otra pareja leyó el movimiento y también empezaron a despedirse.
Tito se me acercó y me dijo -habla-
Vámonos -le dije-
Yo pensaba que Samanta diría vamos pero nada, todos nos alistamos y le dijimos
-vamos- y ella dijo -yo me quedo- en esos segundos pensé -¡también me quedo!-
mientras miraba a todo el grupo.
Dándole la vuelta al asunto, me quedé pensando -¿Por qué Samanta quería quedarse?-
-Era tarde, además sería la única en la mesa, y el resto de gente no la conocía.
Nos despedimos de ella y empezamos a salir del salón, a lo lejos voltee a verla y la vi sentada mirando el salón, como buscando algo o alguien.