Vemos a
Jack Torrance refunfuñar mientras camina por el pasillo que conduce al Salón
Dorado del hotel. Al cruzar la puerta, se detiene al ver el salón vacío y
oscuro frente a él. Ahora lo vemos de espalda, levanta su mano izquierda para
encender las luces. Corte. Hacemos un paneo de Jack mientras camina hacia la
barra, notamos al salón en todo su esplendor: las sillas y sus respectivas
mesas están decoradas y ubicadas a lo largo y ancho de todo el salón. Solo
faltan los invitados. Jack llega al bar, que luce vacío y limpio, no hay
bebidas ni vasos ni botellas, apoya sus brazos sobre el mostrador, estira la
cabeza y constata que efectivamente no hay nada de beber. Se sienta en una de
las sillas de la barra, le hacemos un plano medio luego se tapa la cara con
ambas manos y estruje su rostro con ellas y dice: !daría mi vida por un maldito
trago! Después baja sus manos hasta descubrir solamente sus ojos, sonríe y
apareces...
miércoles, 11 de diciembre de 2013
lunes, 7 de octubre de 2013
LA PLACA
Lince se come buena porción de cuadras de la avenida Arequipa. Es el
distrito de las academias pre universitarias, de los institutos de hotelería y
turismo de serie B, de discotecas que solo sirven para ver partidos de fútbol
en pantalla gigante, de hostales con tarifa plana que se prestan para hacerla
sin apuro, es el domicilio legal de las chicas que ofrecen sus servicios en la
sección Clasificados de cualquier periódico. Lince es dueño de todo eso y
quizás esconda más mariposas para la noche, pero también es amo y señor de una
placa que lo planta firme en una de las esquinas de la historia del rock
mundial.
domingo, 13 de enero de 2013
El ORDEN
Hay
tantas formas de alterar el orden del mundo. Creo que nuestra gran maestra es y
será siempre la madre naturaleza: ella nos remueve la alfombra como si fuéramos
insignificantes bichos para luego dejarnos tirados como juguetes obsoletos.
Pero claro, es un punto de vista muy personal y metafórico.
Además
abundan distintas formas de alterar el orden del mundo: una crisis económica
mundial, un virus letal que corra como pólvora entre todos los terrícolas, una
cruenta guerra entre poderosas naciones (digna de figurar en los anales de
historia universal por los siglos de los siglos amén). Pero existe un modo de
alterar positivamente el orden del globo.
La
“bomba” es creada por profesionales altamente calificados en diversas materias
durante meses o semanas. El equipo es pequeño (pero rinde hasta 107 tazas),
extremadamente reservado y suelen trabajar de sol a sol como obreros chinos en
zonas insospechadas. Mientras nosotros inventamos algo nuevo para hacer los
domingos, ellos, le siguen dando vuelta al caldo hasta que después de tantos
cubitos Maggi la bomba queda lista.
Primero
la bomba es testeada con una pequeña muestra del universo. Los entendidos notan
que la respuesta resulta ser más de lo esperado, tiene enorme acogida para ser
solamente la punta del iceberg.
Días
después la bomba es lanzada al orbe. Empieza a circular primero por la banda
ancha, después de reunir los millones de views requeridos, da el salto esperado
a la pantalla chica y se vulgariza convirtiéndose en fiebre. Es reproducido por
celebrities mundiales para obtener un mayor alcance: sacude a niños de
distintas religiones y colores, jóvenes que son chusma y jóvenes que odian a la
chusma, adultos activos y a los de asientos preferenciales también, todos son
rendidos a sus pies bajo un pegajoso ritmo y un peculiar baile. Es allí, cuando
la bomba se corona como idioma universal: muchos lo conocen, pocos lo entienden
y el resto (no saben/ no opinan) prenden sus transmisores para ser víctimas de
su vertiginosa onda expansiva.
Pero
como toda bomba su estallido empieza a esfumarse y sus muertos y heridos se
levantan sin resaca. El mundo recupera su orden habitual con el correr de los
días hasta lograr la perfecta calma. Para cuando eso suceda, nuevamente
reventará otra bomba fabricada con la misma fórmula danzarín y con el mismo
apetito. Esperemos que esta vez no sea un asiático, ¡sayonara!
GLOTONS & PITS
Ambos locales comparten la cuadra cinco de comandante Espinar y el
mismo rubro: comida rápida y diversas bebidas; uno es más grande que el otro e
intercambian los mismos comensales entre sí para llevar la fiesta en paz; sus
horas pico empiezan en la noche y terminan en la madrugada.
Ambos locales sirven de parada a parejas apuradas o que van rumbo al
apuro, al grupo de amigos que al oler las humeantes hamburguesas pierden el
rumbo, a motociclistas disfrazados de malos que caen en patota para tomar unas
rubias, a borrachos pudientes que caen al amanecer buscando calmar la bajada, a
incógnitas familias que ordenan y sacian su hambre (tamaño familiar) desde la
comodidad y oscuridad de sus autos.
Ambos locales han perdido un plato fuerte que no figuraba en sus
cartas, pero sí en alguna de sus mesas. Un plus, que sin querer, les salía muy
a cuenta. Una apreciable pérdida que ninguna estrategia de mercado podrá
devolverles el diferencial que poseían y compartían ambos locales hasta ese
entonces: Antonio Cisneros.
No era extraño llegar y encontrarlo sentado conversando con
desconocidos que se volvían sus conocidos por una noche y punto. Increíblemente
pedía permiso para acompañarte en la mesa, no discriminaba entre grupo grande o
pequeño, él iba no más. Algunos se asustaban y comían más rápido para terminar
su plato e irse sin entender o entenderlo, otros lo aceptaban o invitaban a
sentarse para empezar la noche. Es que podías llenar los cajones del alma
conversando con él.
Tuve la suerte (más mía que suya) de ser interrumpido una noche por su
presencia en el Pits y tuve la mala suerte de despertar una mañana con la negra
noticia de que ya nos había dejado. Ambos locales reconocen que tienen y
tendrán muchos clientes, pero uno solo era el poeta disfrazado de cliente.
Hasta siempre poeta.
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