domingo, 13 de enero de 2013

El ORDEN



Hay tantas formas de alterar el orden del mundo. Creo que nuestra gran maestra es y será siempre la madre naturaleza: ella nos remueve la alfombra como si fuéramos insignificantes bichos para luego dejarnos tirados como juguetes obsoletos. Pero claro, es un punto de vista muy personal y metafórico.


Además abundan distintas formas de alterar el orden del mundo: una crisis económica mundial, un virus letal que corra como pólvora entre todos los terrícolas, una cruenta guerra entre poderosas naciones (digna de figurar en los anales de historia universal por los siglos de los siglos amén). Pero existe un modo de alterar positivamente el orden del globo.


La “bomba” es creada por profesionales altamente calificados en diversas materias durante meses o semanas. El equipo es pequeño (pero rinde hasta 107 tazas), extremadamente reservado y suelen trabajar de sol a sol como obreros chinos en zonas insospechadas. Mientras nosotros inventamos algo nuevo para hacer los domingos, ellos, le siguen dando vuelta al caldo hasta que después de tantos cubitos Maggi la bomba queda lista.


Primero la bomba es testeada con una pequeña muestra del universo. Los entendidos notan que la respuesta resulta ser más de lo esperado, tiene enorme acogida para ser solamente la punta del iceberg.


Días después la bomba es lanzada al orbe. Empieza a circular primero por la banda ancha, después de reunir los millones de views requeridos, da el salto esperado a la pantalla chica y se vulgariza convirtiéndose en fiebre. Es reproducido por celebrities mundiales para obtener un mayor alcance: sacude a niños de distintas religiones y colores, jóvenes que son chusma y jóvenes que odian a la chusma, adultos activos y a los de asientos preferenciales también, todos son rendidos a sus pies bajo un pegajoso ritmo y un peculiar baile. Es allí, cuando la bomba se corona como idioma universal: muchos lo conocen, pocos lo entienden y el resto (no saben/ no opinan) prenden sus transmisores para ser víctimas de su vertiginosa onda expansiva.


Pero como toda bomba su estallido empieza a esfumarse y sus muertos y heridos se levantan sin resaca. El mundo recupera su orden habitual con el correr de los días hasta lograr la perfecta calma. Para cuando eso suceda, nuevamente reventará otra bomba fabricada con la misma fórmula danzarín y con el mismo apetito. Esperemos que esta vez no sea un asiático, ¡sayonara!


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