jueves, 11 de junio de 2009

LQQD



Bueno, como me dijo mi radio escucha:
¡Qué buena historia!
Había una fiesta en alguna discoteca de Lima, a la cual estaba obligado a estar presente. Llegué temprano para encontrar un estacionamiento para dejar mi bólido. Había uno al lado de la discoteca. Cuadré y como me quedaba una chela por tomar, la destapé.
Luego el estacionamiento empezó a llenarse. De pronto llegó una camioneta Honda de color negro, piloteada por una flaca acompañada de su amiga. Se cuadraron al lado de mi carro. La que manejaba tenía cabello negro, piel bronceada y una especie de bincha de color blanco en la cabeza, la cual le quedaba ¡ufff!. Su amiga, que era de rasgos orientales, no se quedaba atrás. Ambas fácil estaban entre los 29 y 31 años.
Terminaron de cuadrar su carro y pasaron caminando delante del mío, pues no me llamaron la atención. Pasaron de frente a mi subconsciente con todo y camioneta, como cualquier panel publicitario, a pesar de que estaban simpáticas y, sobre todo, solas.
Terminé mi chela y entré a la discoteca. Estaba casi llena. Era la primera vez que iba a ese local y me pareció chévere. Di una vuelta por toda la discoteca para ubicar un lugar donde sentarme a mis anchas -cosa que no encontré- así que me ubiqué al frente de la barra, donde había un lugar para lobos solitarios (me sentí identificado).
Sentado viendo todo el panorama, ubiqué a dos niñas. Les digo con toda la desfachatez del mundo: "niñas", porque lo eran. Escondían sus últimas barbies y agendas de colores detrás del cigarro que fumaban sin golpear. Estaban con un grupo de amigos de la misma edad, cerca de los 18 años.
Pensé en acercarme y pedirle la mano pero…
¿Algo faltaba?
-Trago, me dije.
Me acerqué a la barra, pedí una chela y pasé cerca de las niñas estas. La que me gustaba era la más flaquita, porque se parecía a la tipa que me gustaba de mi universidad.
Pasaba la noche, daba mis vueltas por todo el local para ver si me encontraba con alguien. Luego perdí de vista a las niñas y sabe Dios en qué habrán acabado.
Salí de la discoteca golpe 4:00am. Me fui al estacionamiento y quedaban pocos carros, arranqué a mi casa.
Al día siguiente me levanté tarde y cerca del medio día. Saqué mi carro y me fui a almorzar, pero antes pasé por el grifo de la esquina de mi casa (Aramburú con Paseo de la República).
-20 soles de 90, le dije al que atendía y le di las llaves.
Mientras el grifero surtía de gasolina el bólido, yo tenía mis brazos y mi cara sobre el timón mirando a la nada, entonces vi una camioneta Honda de color negro, la misma del estacionamiento de la discoteca de anoche, cuadrada afuera de una casa al lado del grifo.
Este es el carro de la flaca de ayer -pensé- con una seguridad que venía desde mi subconsciente. Entonces vi un sticker con las letras LQQD -muy singular- pegado en la puerta trasera de esa camioneta, en ese momento me acordé que si había visto el sticker anoche, mientras cuadraban.
Y me acordé que siempre paso por esa casa, cuando regreso de clases en la noche, he visto un par de veces una flaca de las mismas características de la que manejaba ayer -era ella-.
Recordé todas las veces que he pasado y armé un rompecabezas del momento, luego escuché una voz que me decía
¿Factura o boleta señor?
Boleta - le dije-
Encendí el carro y me quité pero ahora la tipa, la camioneta, su casa, el grifo y todo pasaron a mi consciente.
A lo que quiero llegar de la situación de ver o cruzarte con alguien en algún momento de tu vida es que primero no muestras interés por ello, pero luego resulta que escarbando… no aparecen las cosas por gusto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario