Ahora
que llegó hasta aquí, atrévase a enamorarse. Sienta atracción por el cuerpo
cuneiforme que observa y sincronice su ritmo cardiaco con el pausado latir de
un lugar invisible a los ojos del tiempo. Quítese la pesada mochila de la
soledad con el beso de bienvenido que brinda esta preciosa torre a sus
pretendientes extranjeros, déjese abrazar por su irresistible historia y
agradezca a las líneas aéreas que proponen destinos para corazones rotos.
Entréguese a este nuevo romance como si fuera el vigoroso pecho de una madre
primeriza, proceda a amamantarse y no se despegue hasta convertirse en el antropoide
de cerebro primario que un día fuimos, entonces, usted, alcanzará el nirvana:
notará que la razón y el tiempo son látigos que marcan la espalda de la
humanidad y que lucimos como la perfección pero no lo somos. Embriáguese con el
prolongado orgasmo que genera esta revelación que suena a tan poca cosa, luego deambule
por donde le indique su estómago y orine en donde le mande su cuerpo, así
aprenderá a respetar los ríos, los bosques, los desiertos y las piedras que se
prestaron para celebrarle al amor que aún sobrevive en este bello planeta.
viernes, 15 de agosto de 2014
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