martes, 27 de abril de 2010

¡HAUU!




Sobre la chica de la mañana, me sorprendió que conociera todo el litoral americano. Quiero decir: caletas y huariques de arena virgen
-conste que sus abuelos la criaron en Paruro-, siempre me la cruzo cuando está hablando por celular. Pareciera que el llevar su celular con su cabello amarrado fuera su uniforme de trabajo. A veces quisiera vestirla como si se tratase de un maniquí, le pondría en la cabeza un abanico de monócromas plumas como usan los Cheyenne, combinado con un pantalón recto color caqui, luego la ubicaría en la puerta de entrada acompañada de un Dholak para que dé las primeras tonadas de la danza llama lluvia… de ideas.

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