martes, 26 de mayo de 2009

Los Canevaro


Dos hermanos extraños, que deben tener un aproximado de 50 años, que llevan arrastrando la misma pinta varias décadas. Pelucones, flacos y barbones como si vivieran abandonados en una isla.
En este caso su isla era un Fiat deportivo color rojo del año de la pera, que se encuentra estacionado a un lado de la avenida como una bomba contra incendios, cuyo espacio todo el mundo tiene que respetar.
Los vecinos no dicen nada, mucho menos se acercan.
Duermen, comen, lavan y sabe Dios qué más harán.
Siempre en las mañanas, salen del carro con una botellita de plástico llena de un líquido medio amarillento, luego vierten el contenido de ésta en el desagüe que está en mitad de la pista. Me imagino que cuando están durmiendo y quieren ir al baño, solo buscan la botella y apuntan.
Mucha gente pasa al lado del carro, unos miran sorprendidos al verlos durmiendo adentro y su impresión les dura los segundos que miran el carro, otros pasan de largo, la mayoría no le presta atención.
A veces en las tardes sacan una frazada y empiezan a sacudirla en plena calle. En otras ocasiones sacan un maletín, lo ponen sobre el carro, empiezan a rebuscarlo y lo que no les sirve lo tiran a la pista. También se limpian la nariz y se peinan los bigotes mirándose en el espejo lateral del carro.
Hay días en que están metidos en el carro leyendo periódicos tras periódico, sacan de la maletera ropa y se la ponen, luego se van caminando con dirección desconocida. Al rato regresan con una bolsa, abren la puerta del carro y entran a su paraíso. Casi siempre los dos hermanos paran juntos.
Indagando sobre ellos, me contaron que fueron trompetistas de una orquesta setentera y que en sus buenos tiempos habían tocado con Celia Cruz. Pero cuando el humo se cruzo en sus vidas, empezaron a cargar su cruz.
Vivían con una hermana mayor en una quinta, luego ella los botó de la casa por obvias razones y se quedaron con el carro, estacionado afuera de la quinta.
Me pregunto -¿cómo llegaron a este nivel de anestesia?-
¿Cuál es la formula? ¿Consumir drogas hasta quemarte todas las neuronas?
¿Querer que pase la vida e ignorar el mundo?
No sienten mayor recelo ver a la gente que se va a trabajar, niños que van al colegio, familias que se mudan del barrio, inviernos y veranos. Todo activado menos ellos. Me impresiona la forma en la que han llegado a tal punto de abandono.
A quien no le hubiese gustado tener una vida sin responsabilidades, sin preocuparse de nada (trabajar, dinero, familia) solo vivir y nada más que eso.
Todo el año me levanto temprano para ir a trabajar y de allí empalmo a mis clases para luego llegar en la noche de frente a mi cama para al día siguiente hacer lo mismo multiplicado por el infinito.
Todas las mañanas llegando a mi oficina, lo primero que hago es correr la cortina, lo segundo es ver el carro estacionado en plena Avenida Canevaro con los dos hermanos durmiendo “el sueño de los justos”.

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