domingo, 16 de mayo de 2010

Record

Ayer subí a un taxi que tenía pegado el clásico sticker amarillo en el parabrisas, pero que en lugar de llevar escrita la palabra TAXI decía FRÍGIDAS. Adentro no era nada especial, empero. Después de un par cuadras y una vuelta, me bajé en una esquina donde un tío preparaba rarezas: entrañas de pato, esófago de castor al orange y demás banalidades. Lo más curioso del puesto de comida -para una idea más exacta- era que hervía de gente y sus comensales cogían la comida con diminutas dagas que después de llevarse a la boca, cual pan de cada día, las lamían como si se tratase de cucharas marca Record.

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